...Esta boca es mía...

Pasiones

Ella estaba cansada de los juegos eróticos. Cansada de la actuación, de tener que interpretar un papel diferente cada vez para complacerlo. De pensar cada diálogo perfectamente, una y otra vez antes de proceder. De buscar la relación correcta entre las palabras, de hilarlas cuidadosamente para su placer. De analizar treinta veces qué era lo que haría que la noche actual se intensara más que la anterior, que el clímax fuera más intenso, más original. Para que la ironía y la sensualidad se mezclaran en perfecta comunión. Se esforzaba tanto en ser la mejor noche de su vida, la plática más orginal, el juego más excitante, el beso más inolvidable, que no se detenía nunca a pensar que tal vez no era necesario. Pensaba que así tal vez no la dejaría nunca, y que si la dejaba tendría con qué recordarla, que no sería como las demás sombras en su vida, que sería el único recuerdo luminoso. Se esforzaba día a día en parecer la más creativa, la más abierta. Y mientras más placer le daba, menos sentía ella. La sensualidad se le escapaba en cada suspiro. Se iba volviendo de roca. Sin embargo lo amaba, y dependía de su voz. Si sentía que algún día él no estaba disfrutando tanto, o parecía indiferente, sentía que se le acababa el aire y se desvivía por complacerlo. Era tan dependiente que sentir placer le parecía ya insignificante al lado del terror de que el la dejara y la olvidara. Así ella se volvió de piedra. Se convirtió en una esclava petrificada, que sin embargo moría de amor. Cuando él la dejó, cansado del intenso ritmo que le hacía llevar, de la falsedad que la habitaba bajo esas máscaras de pasión, ella perdió la poca movilidad que tenía, la capacidad de actuar y por lo tanto no escondió su nueva realidad. Quedó expuesta ante el mundo como lo que era, una mujer gris y ceniza, resto de una explosión volcánica, intensa y duradera. Una piedra viviente....

posted by Ferchis @ 9:09 p.m.